Lo primero ha sido preparar la compostera para hacer compost con nuestros productos orgánicos de desecho.
Con tres jaulas hicimos el armazón y forramos el interior con un saco de plástico.
Las jaulas tienen una puerta lateral inferior y una tapa. La compostera tiene suficiente entrada de aire y mantendremos la humedad con riegos controlados.
Una vez que la tuvimos preparada, la situamos bajo la encina, cerca del huerto para que tenga horas de sol y sombra.
Y empezamos a echar materia orgánica.
Lo primero que echamos fueron hojas secas. Después malas hierbas que quitamos del huerto, cáscaras de frutas, vainas de los guisantes, tierra y lombrices.
Ya tenemos un punto para reciclar restos orgánicos.
Pero no todo es válido, por eso hemos puesto un cartel para recordar lo que Sí vale y lo que No.
Después trasplantamos el perejil. Como le cortamos muchas ramitas al perejil, nos quedaba un tallo muy alto que se iba a espigar. Antes de que eso ocurra lo hemos trasplantado de la maceta al huerto.
Después hemos cavado un poco la tierra de las lechugas, cebollas y patatas; porque estaba muy seca y con corteza dura. Así facilitamos que se absorba más cantidad de agua y dure más el riego.
También recolectamos los guisantes y en el recreo los comimos entre tod@s. Y claro las vainas vacías las tiramos a la compostera.
Sembramos las semillas de los guisantes, vimos nacer y crecer las plantas que le gustan mucho a los pájaros, vimos las flores, hemos visto como crecían las vainas y ya podemos saborear unos tiernos guisantes. ¡Un proceso completado!
"Y colorín colorado,
en el huerto por hoy,
hemos acabado."